El que diga que los videojuegos no enseñan nada bueno o es un mentiroso, o en su vida a probado los juegos. Quizás es que no enseñe las cosas que tú consideras que toda persona de bien debe saber, pero enseñar, enseñan y mucho. Los videojuegos nos enseñan idiomas. Yo por poner un ejemplo, aprendí bastante vocabulario de inglés comerciando en el Diablo II gracias al trade por chat. También nos enseñan a fiarnos de algunas personas, pero también a desconfiar y a ser engañados. En definitiva, nos hacen relacionarnos y socializar, aprender a trabajar en grupo y cooperar con desconocidos en algunos juegos online.
Si entramos ya en juegos más específicos, podemos vernos haciendo de mecánico de coches como en My Summer Car y de paso aprendiendo algo del motor de un coche o las piezas que lo integran. Puede que incluso aprendas “a pilotar”, y lo pongo muy entre comillas, un avión si estamos hablando de algún simulador tipo DCS o Microsoft Flight Simulator.
El sistema educativo que tenemos en la actualidad no funciona. Es como si nos diesen las instrucciones para montar un mueble de IKEA. Nos examinasen, para después, diez años más tarde mandarnos el mueble con sus piezas. Cuando debería ser al revés, primero encontrarnos con el problema para después buscar la solución. Ya no bastan los libros, eso es algo que funcionaba antes, gracias a Internet, cualquier niño tiene al alcance más información de lo que cualquier genio de hace cien años hubiese podido soñar nunca.
Enseñanza tradicional vs videojuegos
No es casualidad que los tres campos o áreas donde más se utilizan los videojuegos para el aprendizaje sea en aviación, militar y médico. Lo llaman simulación. El piloto claro que tiene sus libros que debe estudiarse y saberse, pero también tiene un simulador. En él puede practicar lo aprendido en la teoría y lo que es más importante, puede equivocarse. Los tutoriales de los videojuegos nos enseñan de la mejor forma posible, cuando aprendemos una mecánica sabemos que más tarde o temprano tendremos que utilizarla.
En casi todo juego tenemos un propósito o una meta. Un videojuego no puede ser ni muy fácil, porque nos aburriríamos, ni muy difícil, nos frustraría. Por este motivo existe una curva de aprendizaje, los enemigos o jefes del principio serán más fáciles que los finales. Tampoco castiga muy severamente los errores, como mucho habremos perdido algo de tiempo, pero sabemos que podemos repetir el nivel hasta pasárnoslo. En todo este proceso algo habremos aprendido, pues no existe mejor método científico de aprendizaje que el de ensaño y error. La forma tradicional falla aquí, muchas veces no hay un propósito claro, la curva de aprendizaje no siempre es la adecuada para todos los alumnos y el fracaso es severamente castigado.

Los videojuegos en la escuela
Quizás deberíamos empezar a utilizar de alguna manera los videojuegos en las escuelas. No digo que pongamos a los chavales a jugar al Call Of Duty, eso ya lo hacen ellos en su tiempo libre. Pero si utilizar o desarrollar videojuegos específicos, imagínense poder estudiar el sistema solar mediante unas gafas VR o poder remontarte a la época del antiguo Egipto o el Imperio Romano, por poner ejemplos. Incluso si me apuran yo metería una materia de informática, pero no como tuve yo en la ESO que era una mierda donde nos enseñaban en paquete office y ya. Una asignatura completa, donde se enseñase programación a un nivel básico, la cual ayuda a descomponer un problema grande y muy complejo en problemas más pequeños y simples además de desarrollar pensamientos lógicos. Otro aspecto importante es la seguridad informática, pues falta mucha cultura sobre la seguridad y la privacidad en estos tiempos donde prácticamente nuestra identidad digital es tan importante como la física, pues si no andamos con cuidado nuestros hijos e hijas podrían ser engañados en Internet.
En primer lugar y lo más importante, los juegos nos permiten tener la perspectiva de otra persona y ‘ponernos en su pellejo’. Esto nos ayuda a entender la vida y las motivaciones y conflictos de otros, incluidos aquellos con los que en principio no estamos de acuerdo. Los videojuegos dejan que los jugadores experimenten con múltiples elecciones y soluciones. Un juego puede enseñar a un jugador la diferencia entre elegir un camino violento y uno pacífico, o llegar a entender que una decisión o acción puede tener sus consecuencias. Una simulación puede llevar a un jugador a darse cuenta de que la no violencia, la diplomacia y el compromiso pueden ser más fructíferos que la violencia y el antagonismo. Al contrario que ocurre con los libros o el cine, el mundo cambia de acuerdo con tus decisiones, lo que puede tener un efecto cognitivo más profundo, y psicológico, que los medios tradicionales.
Hace falta formar a los docentes para que entiendan sus beneficios, pero los desarrolladores también deben tener en cuenta que hacer un juego educativo no es volcar un libro en un ‘pdf’ interactivo, A mi parecer, este tipo de títulos son los que han desvirtuado el potencial educativo de los juegos. Si un videojuego no te permite vivir la historia desde dentro y ponerte en el lugar de sus protagonistas no se consiguen la inmersión ni sus beneficios didácticos.